Siempre creí, que después de todo lo que había pasado, nunca podría confiar en ningún hombre.
Mi vida ha ido, de una desilusión a otra, y luego, mi coraza se hacía más y más espesa.
No buscaba ni esperaba a nadie.
Tampoco tenía ilusiones o esperanzas que compartir.
Solo trabajo y problemas.
Estaba estupendamente (bueno eso pensaba). Solo vivía para el trabajo y mi casa, hijas y madre incluidas.
Y a los cincuenta, como una brisa suave, que se iba convirtiendo poco a poco en un huracán, alguien, me abrió los ojos a un mundo, que no creí, que de verdad, existiera.
Los problemas no han desaparecido, pero, puedo asegurar, que después de los cincuenta, hay vida, una vida maravillosa, es como una rosa, con sus espinas, pero, con un olor que embriaga.
3 comentarios:
Cualquier época o etapa de la vida es propicia para enamorarse y ser feliz. Y yo creo que con el paso de los años sólo por la experiencia que se tiene, esa felicidad se aprecia y disfruta mucho más. Saludos Isis.
Tiene razón Rafa, puede que el quinto decenio encierre la esencia de la experiencia y de la esperanza en el futuro. Yo no me encuentro mal en él.
No importa la edad, el amor todo lo puede. Un abrazo.
Publicar un comentario