Relato con el que he ganado el 2º Premio del 1er. Concurso de Relatos MISTIUM
Abrió
los ojos, la luz de la mañana le devolvió, en forma de taladro
doloroso, los buenos días.
Se
quedó quieto, muy quieto, esperando oír la voz melodiosa de María
canturreando por la cocina, preparando el desayuno.
Con
la cabeza escondida en la almohada, intentó recordar la noche
anterior... había bebido pero... no recordaba por qué. ¿Qué más
daba? Cualquier motivo era bueno.
Intentó
levantarse, la cabeza le daba vueltas y un lacerante dolor le impedía
abrir los ojos.
Apoyándose
en los muebles y en las paredes se acercó a la puerta.
Salió
de la habitación. La casa estaba en penumbras y en silencio.
-¿Por
qué no me habrá despertado? -con los ojos medio cerrados llegó a
la cocina. Los platos de la cena estaban sin fregar y no había hecho
café. De mal humor se dirigió a la cafetera.
-¡Menudo
desastre! ¡Cuando vuelva, le explicaré cuatro cosas! ¡sabe que me
gusta que me prepare el desayuno! -pensó enfadado.
Con
la taza de café humeante en la mano, se dirigió a la sala. La
puerta estaba cerrada. La abrió. Estaba completamente a oscuras.
Dio
unos pasos en el interior para dirigirse a la ventana.
Tropezó
con algo que no debería estar allí -¡maldita sea! ¡hoy se está
ganando una paliza!
Se
apoyó en el suelo y el café se le derramó.
-¡Encima
tendré que hacerme otro café!
Se
dirigió hacia la ventana, trastabillando. La abrió y un tímido
rayo de sol de enero, traspasó el cristal, posándose en sus manos
pringosas y de un color ennegrecido.
-¡Qué
asco! Seguramente ayer cayó algo de vino y no ha sido capaz de
recogerlo ¡menuda ama de casa está echa! Luego no quiere que me
enoje... ¡cariño no te enfades... cariño no te enfades...!
repitió indignado, imitando a su mujer, con voz de falsete.
Se
dio la vuelta maldiciendo y dirigiendo la vista hacia el manojo de
ropa, con el que había perdido el equilibrio al tropezar...
Se
quedó parado, pensando qué sucedía. Mirando sin comprender lo que
veía...
Su
cabeza empezó a darle vueltas
Del
manojo de ropa salían pies... brazos... y la cabeza de María...
tenía los ojos muy abiertos y una expresión de resignación... y
paz.
Estaba
echada, sobre el frío suelo, en una posición extraña, y rodeada de
un gran charco de sangre que salía de su pecho...
Neus T.Gómez